Señor Jesús, Hijo del Dios vivo, con la ayuda de vuestra Santísima Madre la Virgen María, os rogamos que nos iluminéis para llevar a cabo nuestra misión aquí en la Tierra, dando siempre testimonio con nuestra propia vida con fidelidad y compromiso, con alegría gozo y paciencia. Enviadnos vuestro Espíritu Santo para santificar nuestra vida con amor responsabilidad y paz, haciendo siempre vuestra voluntad para conseguir nuestros retos en la plenitud de vida llevando hasta el final y con vuestra protección el espíritu de LAICOS BAUTISMO. Amén.
NADA TE TURBE
NADA TE ESPANTE
TODO SE PASA
DIOS NO SE MUDA
LA PACIENCIA
TODO LO ALCANZA
QUIEN A DIOS TIENE
NADA LE FALTA
SOLO DIOS BASTA
Teresa de Jesús
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
AL SANTÍSIMO SACRAMENTO (Gerardo Diego)
Entre tantas dudosas certidumbres
que me mienten, halagan los sentidos,
Tú, callado y sin nubes, tan desnudo,
tan transparente de ternura y trigo
¿qué me quieres decir -labios sellados-
desde tu oculto y cándido presidio?
¿Qué me destellas, ay, qué me insinúas,
qué me quieres, Amor, Secreto mío?
Porque las ondas que abres y propagas
desde la fresca fuente de tu círculo
me alcanzan y me anegan, me coronan,
me ciñen de suavísimos anillos.
Mas ya sé lo que quieres, lo que buscas.
Si la Esperanza es prenda de prodigios,
si el sol de Caridad arde sin tregua,
lo que pides es Fe, los ojos niños.
Quererte, sí, y creerte. ¿Tú me esperas?
¿Me quieres Tú? ¿De veras que yo existo?
¿Tú me crees, Señor? Yo creo y quiero
creer en Ti, quererte a Ti y contigo.
Sí, mi divino prisionero errante,
mi voluntario capitán cautivo,
mi disfrazado amante de imposibles,
mi cifra donde anida el infinito.
Sí. Tú eres Tú, te creo y te conozco.
Ya te aprendí y te sé, paz del Espíritu.
Prosternarse, humillarse: eso fue todo.
Deponer, abdicar cetros, designios.
Por Ti hasta la indigencia, hasta el despojo
quedarse en puros huesos desvalidos.
La reina Inteligencia hágase esclava,
sea la Voluntad sierva de siglos.
Y queden ahí devueltos, desmontados,
en su estuche de raso los sentidos.
Veo y no veo, palpo y nada palpo,
escucho sordo y flor de ausencia aspiro.
No hay más que una verdad: Tú, Rey de Reyes.
Tú, Sacramento, Corpus Christi, Cristo.
Ya me tienes vaciado,
vacante de fruto y flor,
desposeído de todo,
todo para Ti, Señor.
No soy más que tu proyecto,
tu disponibilidad.
Lléname de amor y cielo,
rebósame de piedad.
He enmudecido mi música
en silencio de tapiz.
Me negué hasta el claro sueño,
hasta la misma raíz.
Ven, ruiseñor, a habitarme.
Hazme cuna de Belén.
Ven a cantar en mi jaula
abierta, infinita, ven.
Rosas en el ocaso de la víspera,
las nubes hoy se han despertado blancas.
Es ya la aurora bajo palio de oro,
la gloria teologal de la mañana.
Deslumbradora nieve en las cortinas
que descorren dos ángeles de brasa
y en medio el pecho azul de cielo, abierto
para dar paso a un Sol que se le salta.
El Sol, el Sol de Corpus. Cómo vibran
sus rayos de oro y miel, cómo remansan
recogiéndose al centro, al hogar íntimo
donde un Cordero su toisón reclama.
Pero ¿qué traslación, qué meteoro
es éste que me busca, que me abraza?
Viene por mí, cae hacia mí derecho,
y en lugar de crecer, cuanto más baja,
más se aprieta de amor, más se reduce,
se achica, se cercena, se acompasa,
hasta inscribirse humilde en la estatura
del mísero dintel de mi cabaña.
Oh sol que el cielo entero no te ciñe
y en sus collados últimos derramas
la unidad de tu ser con brío y luces
que no saben de eclipses ni distancias.
Yo no soy digno, no, de contemplarte,
de encerrarte en mi pecho, torpe casa
de la abominación, lonja del crimen
apenas hoy barrida y alfombrada.
Mas ya el milagro se consuma, y tomo,
comulgo el Pan de la divina gracia.
No soy digno, no era digno,
pero ahora un templo soy.
Ilumínanse mis bóvedas
y todo temblando estoy.
Esto que vuela en mi bosque
es un pájaro de luz,
es una flecha con alas
desclavada de una cruz.
Y se ahínca en mi madera
y me embriaga de olor.
Ya, aunque se disuelva en brisa,
me quedará el resplandor.
Quédate, fuego, conmigo.
Espera un instante, así.
Transparéntame mis huesos.
No te separes de mí.
Dentro de mí te guardo, oh Certidumbre,
como el mosto en agraz guarda el racimo.
Te siento navegando por mis venas
como la madre mar a sus navíos.
Dentro de mí, fuera de mí, impregnándome,
como a la abeja mieles y zumbidos,
como la luz al fuego o como el suave
color, calor al reflejar del vidrio.
Te oigo cantar, orillas de mi lengua,
florecer en silencio de martirios.
Dulce y concreto estás en mí encerrado.
Lo que ignoran los hombres, pajarillos
lo saben bien, lo rizan, lo gorjean,
flores lo aroman por los huertos tibios,
estrellas lo constelan, lo tachonan,
telegrafían destellando visos,
ángeles del amor lo vuelan fúlgidos,
lo velan rumorosos y purísimos.
Tierno y preciso estás, manso y sin prisa,
dulce y concreto estás, Secreto mío.
¿Qué valen todas mis verdades turbias
ante esa sola, oh Sacramento nítido?
En Ti y por Ti yo espero y creo y amo,
en Ti y por Ti, mi Pan, Misterio mío.
EN ESTA TARDE, CRISTO DEL CALVARIO
(Gabriela Mistral)
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
“A través de todos los caminos se encuentra a Dios, pero es necesario tomar uno y seguirlo hasta el final”.
Mas o menos con esas palabras, mi padre espiritual trataba de hacerme entender, la necesidad de la osadía interior que lleva a la consagración de la vida. Trataba con ello de mostrarme la insuficiencia de la duda como método de aprendizaje.
Me sugería abandonar al “buscador” que vivía en mí, tratando de impulsar el nacimiento del consagrado, de aquel que totalmente determinado, ha dejado a un lado las alternativas.
Hoy en día suele estar bien vista la actitud de búsqueda constante, de no compromiso con ningún camino, como si en ese andar de aquí para allá, radicara algún valor de auto suficiencia o de presunta independencia individual. Esta veleidad de nunca decidirse es muy pariente del consumismo, que traslada a lo espiritual lo mismo que se hace con lo material.
Se recorren senderos o métodos del mismo modo que se transita ante las vidrieras. La vida se equipara entonces a un movimiento constante en pos de aquello que nos satisfaga y pretendemos encontrar el camino que nos acomode perfectamente; como si nosotros representáramos un molde al cual debiera adaptarse el universo.
Consagrar la vida requiere el dejamiento de las opciones antes consideradas en la historia personal. Detectar la inclinación del corazón, a través de la cual se manifiesta la vocación y seguirla con profundidad, por el resto de la vida.
De otro modo estaremos siempre “en los comienzos”. Esto es renuncia y es riesgo, implica una valerosa toma de decisión y lleva consigo la necesidad del compromiso.
De allí la necesidad y la utilidad de la formulación de los votos. Sean estos privados o públicos, temporales o perpetuos, solemnes o en extremos simples; son el secreto del alma que constituye un antes y un después en el camino espiritual.
Los votos son siempre ante Dios, como todo lo que hacemos, y ante nosotros mismos, aunque sirvan a ello los representantes de la Iglesia o aquellos que encarnan el carisma al cual adherimos.
El voto nos da un criterio fijo según el cual evaluaremos en adelante nuestra vida. Nos da el marco de nuestra ascesis, brinda dirección definitiva a nuestros esfuerzos. Hacemos el voto o los votos, desde el lugar en nosotros donde vive una fe inquebrantable; desde la audacia que nos llevó a la elección.
El consagrado sabe que habrá error y caída y avances y retrocesos, pero se halla comprometido, en adelante vivirá para ser coherente con la promesa formulada.
Sujeto a una regla o norma de vida, por lo general bajo alguna obediencia, siempre sujeto a su particular apostolado, el ofrecido trabaja para mantener bajo yugo la propia voluntad.
elsantonombre.com
MORIR A MÍ, VIVIR TU VIDA
¿Qué quieres?
¿Qué quiero, mi Jesús?…
Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí, del todo darte
sin tener más placer que el agradarte,
sin tener más temor que el ofenderte.
Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo para buscarte,
quiera perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
Quiero, amable Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida,
y en sus divinas llamas abrasarme.
Quiero, por fin, en Ti transfigurarme,
morir a mí, para vivir tu vida,
perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme.
Calderón de la Barca
ROSARIO DEL PADRE
Se utiliza una Corona del Rosario normal
pero en cada cuenta del Padre nuestro se reza
un Ave María y las cuentas de las Ave Marías
se rezan 10 Padre Nuestro por cada misterio.
* * * * *
+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
+ ¡Oh Dios, ven a salvarme! ¡Señor date prisa en socorrerme!
+ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
+ Padre mío, Padre bueno, a Ti me ofrezco, a Ti me entrego.
+ Ángel de Dios, custodio mío, ya que la soberana piedad en este día a Vos me encomendó, iluminadme, guardadme, regidme y gobernadme. Amén.
* * * * *
1er. MISTERIO
Se medita el triunfo del Padre En el Jardín del Edén cuando, después del pecado de Adán y Eva, promete la venida del Salvador.
“El Señor Dios dijo a la serpiente:
“Por haber hecho esto, maldita tú entre todos los animales domésticos, y todas las fieras salvajes; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida. Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya: Ella herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón”. (Gn 3,14-15)
– 1 Ave María.
– 10 Padre nuestro.
– Padre mío, Padre bueno, a Ti…
– Ángel de Dios…
2º. MISTERIO
Se medita el triunfo del Padre en el momento del “Fiat” de María en la Anunciación.
“El ángel le dijo: “No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios, y vas a concebir en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob para siempre, y su reinado no tendrá fin.”
(Lc 1, 30-33)
3er. MISTERIO:
Se medita el triunfo del Padre en el huerto de Getsemaní cuando entrega todo Su Poder al Hijo.
“Jesús oraba: ¡Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya! Se le apareció un ángel del Cielo para confortarle. Y entrando en agonía, oraba más intensamente, y su sudor se hizo como gotas de sangre que caían por tierra”. (Lc 22, 42-44).
4º MISTERIO:
Se medita el triunfo del Padre en el momento de cada juicio particular.
“Entonces se puso en camino para casa de su padre. Todavía estaba lejos, cuando el padre lo vio, y conmovido corrió y se echó al cuello de su hijo, cubriéndolo de besos.
El padre dijo a sus sirvientes: “Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”. (Lc 15, 20-24)
5º MISTERIO:
Se medita el triunfo del Padre en el momento del Juicio Universal.
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía. También vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, ataviada como una novia que se adorna para su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: “He aquí la morada de Dios con los hombres. Él habitará con ellos y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque lo de antes ha pasado”. (Ap 21, 1-4)
– 1 Ave María.
– 10 Padre nuestro.
– Gloria al Padre…
– Padre mío…
– Ángel de Dios…
Siguen a continuación las Letanías del Padre y un Pater, Ave y Gloria por el Papa
LETANÍAS DEL PADRE
Oh Dios, Padre del Cielo ten piedad de nosotros
Oh Dios, Hijo redentor del mundo “
Oh Dios, Espíritu Santo “
Santa Trinidad, único Dios “
Padre, creador del mundo “
Padre, propicio para el mundo “
Padre, sabiduría eterna “
Padre, bondad infinita “
Padre, providencia indescribible “
Padre, manantial de todo “
Padre, santísimo “
Padre, dulcísimo “
Padre, de infinita misericordia “
Padre, defensor nuestro “
Padre, gozo y gloria nuestra “
Padre, rico para todas las criaturas “
Padre, magnificencia de la Iglesia “
Padre, esperanza de los cristianos “
Padre, vuelco de los ídolos “
Padre, sabiduría de los jefes “
Padre, esplendor de los reyes “
Padre, consolación de los pueblos “
Padre, gozo de los sacerdotes “
Padre, conductor de la Humanidad “
Padre, don de la vida familiar “
Padre, ayuda de los miserables “
Padre, deleite de los pobres “
Padre, guía de los jóvenes “
Padre, amigo de los pequeños ten piedad de nosotros
Padre, libertad de los esclavos “
Padre, luz de los que están en tinieblas “
Padre, destrucción de los soberbios “
Padre, inteligencia de los justos “
Padre, reposo en las tribulaciones “
Padre, esperanza de la desolación “
Padre, refugio de salvación para los desesperados “
Padre, consuelo de los pobres “
Padre, puerto de salvación en los peligros “
Padre, paz y protección en el expolio “
Padre, consuelo de los afligidos “
Padre, refugio de los huérfanos “
Padre, asilo de los ancianos “
Padre, amparo de los moribundos “
Padre, que extingues la sed de nuestra pobreza “
Padre, vida de los muertos “
Padre, gloria de los santos “
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Pater. Ave y Gloria por el Papa
ORACION AL PADRE
Padre,
La Tierra te necesita;
El hombre te necesita.
Te pedimos Padre,
Que vuelvas a caminar por lo caminos del mundo.
Vuelve a vivir en medio de tus hijos;
Vuelve a gobernar las naciones;
Vuelve a traer la Paz y con ella la justicia.
Vuelve a hacer brillar el fuego del Amor para que,
Redimidos por el dolor,
Podamos transformarnos en criaturas nuevas.
E L R O S A R I O
D E L P A D R E
La Providencia ha hecho llegar a nuestras manos el “Rosario del Padre” con sus cinco misterios.
La colaboración espontánea que vino de varias partes, lo ha enriquecido con las referencias bíblicas y con las Letanías.
Tiene la aprobación eclesiástica emitida el 23 de noviembre de 1988 por el Arzobispo de Foggia (Italia). Giuseppe Casale…
PROMESAS DEL PADRE:
1,- El Padre promete que por cada Padre Nuestro rezado decenas de almas se salvarán de la condenación eterna y decenas de almas serán liberadas de las penas del Purgatorio.
2,- El Padre concederá gracias muy particulares a las familias en las cuales se ore este Rosario y transmitirá las gracias de generación en generación.
3,- A todos aquellos que lo rezarán con fe realizará grandes milagros, tales y tan grandes, como no se han visto en la historia de la Iglesia.
Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra pues que me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mi?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa
o estéril, si cumple así:
¿qué mandáis hacer de mí?
Sea José puesto en cadenas,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo penas,
o ya David encumbrado;
sea Jonás anegado,
o libertado de allí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid:
¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
Querido hermano, hermana, si quieres reunirte con nosotros llama al teléfono de contacto para quedar en día y lugar para reunirnos con nosotros.
Te puedes reunir con Cristo, mucho más importante que nosotros, que te está esperando en la Iglesia más cercana; en el Sagrario el Santísimo que está presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; y en su Corazón y en el tuyo: feliz encuentro!
Responsable de la página: Roger de Jesús Resucitado ocds.
(Roger Mullor Rodríguez)